martes, 5 de mayo de 2015

SIN ELLA!

Yo bajé rápidamente para recogerla (no sé porqué estaba tan apurada), ella estaba parada en una fila de niñas esperando por mí tras cruzar un callejón con escaleras. La tomé de la mano y salimos. La tenía ahí, un paso frente a mí, tomaba su mochila, se veía linda con su uniforme verde con pliegues. Al llegar a la puerta, una multitud de gente me desconcentró, traté de agarrarla pero ella no volteó, seguía de frente, intenté tomarla pero fue inútil, el toparme con tanta gente lo hacía más difícil. Un segundo después ya no estaba, corrí pero no la encontré.
Desperté con el terrible dolor de perderla para siempre, me levanté de la cama con el temor de no encontrarla, pero ella estaba ahí, y yo pude disfrutar sus sueños…por un minuto. Sí, sólo un minuto, porque quedarme más tiempo podría matar mi mañana de actividades a su lado, y es que no hay suficiente café que te levante para disfrutar de tu día agitado con ellos (los hijos) de la mano…tras una mala noche.
Sólo las mamás podemos seguir caminando, cocinando, limpiando, lavando, jugando con ellos y encima tenemos que sonreír.

En estas últimas semanas se ha sumado a mi rutina las clases de español que estoy dando en un colegio americano (2 días por semana). Sin embargo, el preparar las clases hace que sea un trabajo de casi toda la semana. Romina (mi hija) siempre está ahí ¿Mamá que haces?, ¿Mamá ya terminas?, Mamá quiero ir al baño, ¿hacemos un picnic?, Mamá léeme un libro… y cuanta cosa se le pase por la cabeza. La verdad es que no sé cómo logro terminar mis clases, pero nunca deja de estar ahí, no solo cuando las preparo sino también cuando las dicto, porque debo llevarla conmigo y la tengo siempre a mi lado pintando, armando rompecabezas o leyendo un libro (o intentando hacerlo); ahí está ella, mirándome de reojo como para asegurarse que sigo a su lado.  A veces pienso que ella siente que la dejo por mis estudiantes pero luego pienso: ¡Pero si la tengo aquí!

En todo esto de las clases que debo dictar, se me ocurrió una brillante idea. Si las mamás siempre están ahí para sus hijos, era hora de buscar a la mía.
Debo confesar que soy de las mamás que no tiene por primera opción dejar a su hija en otra casa (aunque sea la de mi madre), pero hay circunstancias que me han obligado a hacerlo en algunas oportunidades (más en este último mes). Como mi primera clase es a las 8 de la mañana, lo mejor era dejarla dormir una noche anterior en la casa de la abuela.

La llevé a las 5 de la tarde, me quedé con ella hasta las 7 de la noche y regresé a casa, a las 7:15 no podía más, quería regresar por ella y verla dormir a mi lado, “un poco contradictorio” diría mi esposo, pero esa es la verdad, mis días en el trabajo son complicados con ella pero es imposible vivir si no está.

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