Yo bajé rápidamente
para recogerla (no sé porqué estaba tan apurada), ella estaba parada en una
fila de niñas esperando por mí tras cruzar un callejón con escaleras. La tomé
de la mano y salimos. La tenía ahí, un paso frente a mí, tomaba su mochila, se
veía linda con su uniforme verde con pliegues. Al llegar a la puerta, una
multitud de gente me desconcentró, traté de agarrarla pero ella no volteó, seguía
de frente, intenté tomarla pero fue inútil, el toparme con tanta gente lo hacía
más difícil. Un segundo después ya no estaba, corrí pero no la encontré.
Desperté
con el terrible dolor de perderla para siempre, me levanté de la cama con el
temor de no encontrarla, pero ella estaba ahí, y yo pude disfrutar sus
sueños…por un minuto. Sí, sólo un minuto, porque quedarme más tiempo podría matar
mi mañana de actividades a su lado, y es que no hay suficiente café que te
levante para disfrutar de tu día agitado con ellos (los hijos) de la mano…tras
una mala noche.